El frío es duro y en el campo más aún, pero son reconocidos y célebres los refranes «año de nieves, año de bienes o mieses» o «año de avispas, año de nieves y ventiscas» fruto de la observación de muchos siglos de experiencia. La nieve entre otros beneficios, aporta un gran depósito de agua dulce al suelo, mantiene la tierra húmeda y esponjosa, junto al frío, elimina las plagas impidiendo su expansión en primavera, con la caída da de la nieve se aseguar una considerable reserva de agua para la primavera debido al deshielo. Además, la humedad que genera la nieve facilita que las hojas que han ido cayendo durante el otoño aceleren su descomposición, aportando a la tierra todos sus nutrientes que en futuro ayudarán al crecimiento de nuestras plantas y supone un factor fundamental de fertilidad para que los árboles frutales puedan producir fruto al año siguiente y paradójicamente aísla las raíces del frío. Por otro lado a nivel visual genera un contraste con cualquier otra época de año generando un paisaje singular que adquiere tintes armónicos y relajados. Se ha estudiado como los cultivos de invierno enraízan mejor con el frío ya que frenan el desarrollo vegetativo de la planta, entrando en latencia, por lo que ésta centra su energía en prosperar hacia abajo. La nieve se crea por cristalización en formas geométricas del vapor del agua contenido en la atmósfera, no hay 2 formas iguales. Los copos de nieve son la agrupación de estos cristales. Por ello, según el crujido que hacemos al pisar la nieve podemos conocer su temperatura. Cuanto más agudo es el crujido al pisar más baja es la temperatura. La nieve es una invitación a dejar descansar la tierra, y los cultivos en general para acumular energía de cara a la demandante primavera.