Es difícil no percatarse de la cantidad de gamas de colores que se presencian en una huerta siendo uno de los factores que más reconfortan a la persona que cultiva sus alimentos con amor y tesón, pero detrás de cada color originado por una sucesión de procesos físico químicos a través de la absorción de fotones de luz y nutrientes de la tierra que deriva en compuestos llamados fitoquímicos, en los cuales se hayan precisamente los fitonutrientes que tanta salud nos aportan y que a su vez son los responsables de la singularidad y vistosidad del colorido y del sabor de las frutas y hortalizas. Estas sustancias ayuda a las plantas a protegerse de los rayos ultravioletas y a combatir infecciones fúngicas o bacterianas y a defenderse y resistir a las inclemencias del tiempo, al posible ataque de plagas de insectos. Todos estos fitonutrientes no tienen ningún la capacidad de ser potentes antioxidantes que protegen nuestro ADN celular, previniendo mutaciones responsables de enfermedades como el cáncer, artritis, diabetes, arteriosclerosis, problemas cardiovasculares, envejecimiento… etc. Además, los antioxidantes depuran el cuerpo de sustancias tóxicas y refuerzan el sistema inmunológico. Así, el color blanco (ajo, cebolla blanca, champiñones y setas, soja, espárragos blancos, coliflor, patatas, pepino, manzana, pera, uva blanca) combaten el envejecimiento de de la piel y los problemas circulatorios, limpia los pulmones y calma la mente) y fortalecen los pulmones. El color naranja (naranja, papaya, melocotón, zanahorias, albaricoques, melón, calabaza, boniato, mandarina, nectarina, níspero) portan beneficios para la visión y la piel, promueven el sistema inmune combatiendo alergias y previenen enfermedades cardiovasculares, inflamatorias y el cáncer de pulmón. El color amarillo (maíz, limón mango, piña, manzana golde, ciruela amarilla, calabacín, membrillo, papaya amarilla, plátano) Estimula el bazo, que según la medicina oriental es importante para la obtención de energía, ayuda a limpiar los intestinos y es excelente para combatir infecciones y cicatrizar heridas y resulta estimulante, y favorece la concentración, la creatividad y las habilidades intelectuales. El color morado-negro (cebolla morada, arándano, grosella, remolacha, alubia negra, mora, berenjena, uva negra, ciruela negra, col lombarda, higos) ayudan a mantener el equilibrio de la presión arterial, lucha contra la inflamación y la la aparición de células pre-cancerígenas y fortalecen los riñones. El color rojo (fresa, frambuesa, arándano rojo, sandía, ciruela roja, pimiento rojo, granada, tomate, rábano rojo, uva roja, pomelo rojo, cereza) es un excelente antioxidantes que protege el ADN, mejora la circulación sanguínea, es depurativo, disminuye la formación de placas de colesterol en la sangre, y bloquean la formación de coágulos peligrosos, es anticancerígeno, previene el envejecimiento celular, y fortalece el corazón. Y por último el color verde (lima, brócoli, romanescu, acelga, kale, col rizada, espinaca, lechuga, acelga, guisante, apio, alcachofa, brotes germinados, aguacate (excelente fuente de antioxidantes y vitamina E), berros, cilantro y perejil, pimientos verdes, kiwi, judía verde, guisante, haba, coles de Bruselas) es rico en vitamina c Favoreciendo la producción de enzimas reparadoras y estimulado las defensas del cuerpo. Es rico en fibra al contener dosis elevadas de clorofila y es un excelente depurativo que ayuda a prevenir enfermedades infecciosas y carcinógenas y degenerativas. Combate alergias, refuerzan el sistema inmune y previenen el envejecimiento. Beneficia sobre todo al hígado, previene y reduce problemas de visión y favorece la depuración en general. Por todo ello, cuando combinamos colores en nuestra alimentación de frutas y verduras contribuimos a preservar nuestra salud de forma holística y en mayor medida cuando seguimos los ritmos y fases de las estaciones de la naturaleza.