Cuando comenzamos el proyecto en 2019 supimos que la Fundación Gizakia disponía de un pedacito de tierra alargado anexo al terreno que nos cedió previamente y donde cultivamos actualmente. Aquel terreno salvaje impenetrable lleno de zarzas nos inspiraba sueños de poder acceder algún día si los acontecimientos lo permitían. Dicen que todas las personas tenemos la capacidad de usar el poder de nuestra imaginación para hacer realidad nuestros deseos. Aquellos anhelos se sedimentaron y quedaron en un estado de latencia hasta que hace un mes se nos presentó la oportunidad de presentarnos a una financiación de una obra social y fue entonces cuando liberamos esa visualización creadora y creativa con vistas a que un día a principios del verano cuando se emita la decisión de los financiadores podamos hacer realidad nuestro deseo que nos es otro que seguir inundando de vida y salud la huerta de Gordexola. Nuestro compañero Iñaki, lo desbrozó con esmero dejando a la vista antiguos tocones que habían permanecido ocultos entre la maleza. Aquel sueño de plantar en el perímetro de esta lengua de tierra de 140 m2, 130 frambuesos polka (la misma variedad remontante que tenemos) y en su superficie 65 calabazas potimarrón, una variedad de calabaza que siempre quisimos encontrar, cucurbitacea originaria de la isla de Hokkaido en Japón y quizá la variedad más exquisita y que curiosamente no necesita ser pelada. Las vueltas que da la vida, justamente un vivero ecológico de Llodio la tenía disponible. Como no sabemos aún qué ocurrirá seguiremos visualizando.